Todo esto es digno de una historia motivacional. Así fue como la vi. Me pregunto si las protagonistas entienden lo grandioso de esas 11 horas, me pregunto si nuestra cultura local nos hace “bajarle el perfil” a algo que yo creo, por el contrario, necesita ser contado a los 4 vientos.

Hay grandiosidad en las cosas y no por eso estoy pecando de positivo extremo, que es un positivo que rechaza toda crítica, porque sí creo en la crítica sana, solo que rechazo a quien tiende a ver siempre lo negativo en lo que sí puede ser épico.

En los 80 K vi una guerra femenina épica. Y, a pesar de que no tengo un compromiso de escribir al respecto, me veo impulsado a hacerlo.

Loreto Pérez comienza 5 días antes del Endurance Challenge quemándose el dorso del pie con cera depilatoria y se le termina desprendiendo la piel de la zona de roce con la zapatilla. Yo lo ví como un inconveniente que la podría llevar al DNF. Ella me dice que casi no le duele y que para esa fecha todo estaría bien.

En el día de la carrera, peleando el segundo lugar con la formidable atleta Buff Chile, Nicole Valenzuela en la curva 16 de Camino a Farellones, Loreto se aparta del puesto de control vomitando fulminantemente. A mi solo me queda levantar las cejas y gesticular con mis labios una cara de incertidumbre… “cómo diablos va a terminar este día…” Nicole se aleja del puesto de control con un semblante y ánimos formidables, ella estaba teniendo el mejor tiempo de su vida.

Fotografía: Jonathan Sandoval

El ánimo de Loreto está sólido y dice que después de vomitar se sentirá mejor.

En el siguiente puesto de control, Nido de Cóndores, apenas 10 K después, Loreto se acuesta en el piso por un calambre en el cuádricep, muy cercano a la rodilla. Loreto es una mujer fuerte, nunca se queja, nunca grita, por lo que entiendo que el dolor es considerable. Un equipo de Outdoor Rescue Team la lleva a una camilla, la abrigan con una manta térmica porque está tiritando por el frío de su sudor mientras yo le doy a la fuerza una bebida energética y papas fritas para que ingeste sal. Nicole Valenzuela, sigue radiante, como una ángel en el cielo a pesar de estar con polvo en su cabellera. 25 minutos después Loreto, se está yendo del puesto de control con un ánimo absolutamente inquebrantado y hasta con fuego en el cuerpo al ver que el cuarto puesto acaba de pasarla mientras se montaba la mochila.

En Santuario de la Naturaleza, viene “Nico” como siempre, con un paso firme, suave y con el espíritu elevado disfrutando los primeros 80 K de su vida. Me era imposible no conmoverme viendo tanta dicha junta en un solo día. Nicole parecía una reina experta de los 80 K. Nunca vi a una debutante así jamás.

Muchos minutos después viene Loreto con un apósito  metido en una de sus fosas nasales. Como si nada comenta que le pasó por sonarse la nariz muy fuerte. Me pide bebidas, papas fritas, ajustes menores mientras le hacían un masaje en la zona de dolor. Loreto aprieta los dientes mientras se retuerce en la camilla de masajes. Le dice al kinesiólogo que no baje la intensidad de la presión, que no escuche sus chillidos.

Al salir del puesto le digo que conserve la posición, que haga su carrera y que mantenga el 3er lugar de la general, que Nico se ve entera y que está complejo cortar cerca de 30 minutos en los cerca de 30 K que faltan para la meta. Ella acepta mis consejos y se va por los senderos mientras yo cojo el auto para esperar en la meta.

Mirando la aplicación de seguimiento de corredores, en lo que yo veo como un milagro, Loreto pasa por el puesto de control al mismo tiempo que la Nico; si la aplicación del teléfono móvil estaba correcta, lo improbable había sucedido.

En el último pc la aplicación confirma la brecha entre Nicole y Loreto, y dice que la segunda llegaría a meta 4 minutos antes que su amiga. No lo podíamos creer, no me queda otra que pensar en las posibilidades ocurridas y creer que lo improbable sí ocurre, repetírlo, no creer, y volver a repetírmelo para darme cuenta que todo indica que sucedió.

A lo lejos, en la última subida que sale del bosque aparece una muchacha morena con calcetines de tiro medio de entre las matas. Era Loreto, materializando que lo improbable es posible, que a pesar de los contratiempos (yo no he visto 80 K con más contratiempos que estos…) Loreto no aflojó, le dio con esa frialdad que tiene “de hacer su carrera” y ver qué sucedería.

Ya sabes qué sucedió, pero quizá, lo que no sabes es que no todo estaba visto:

Loreto llegó a la meta cerrando su segundo lugar en los 80 K de las mujeres en la gloria total, pero la cúspide de este escrito no son éstas líneas ya leídas, sino ver a Nicole llegar a la meta en un grito de alegría puramente auténtico, de alegría y gratitud a la vida, a sus esfuerzos, a su pareja y sus amigos que la apoyaron por meses para ese día. Nicole en una humildad y gratitud elevada, rompe en llanto por tanta emoción sana que brota de todos sus esfuerzos, apoya su frente en sus bastones coronando su tercer lugar, mientras Loreto conmovida ve como su amiga, compañera de marca y rival por 80 K fue por lejos lo mejor que le pudo pasar en el Endurance Challenge 80 K. Allí en este cuadro se ve una muchacha de polerón negro con las manos juntas tapando su boca, emocionada en lágrimas por todo lo que estaba sucediendo, las tres chicas se abrazan como auténtica familia. Jei Martínez, encargada de Marketing de Buff Chile abraza a sus cachorras como si fuera la madre de ellas. Muchos de los espectadores quizá no entendiendo lo sucedido, sí pudieron simpatizar con las alegres lágrimas de las chicas emocionándose también. Fue un momento profundo que ni la música fuerte, ni el griterío pudo apagar.

Estoy convencido que esta es una de las historias que contaré muchas veces mientras haya un contexto para incrustarla: Nunca vi una situación de carrera por montañas con tantos contratiempos, donde hubiera una cabeza tan enfocada y que a pesar de todo el infierno por el que pasó pudiera hacer un excelente tiempo y para colmo llevarse al bolsillo un podio tan sólido. Tampoco había visto una muchacha  tan concentrada, tan preparada para llegar a su destino y tan agradecida y natural como Nicole cuando cruzó esa meta, sin contar a una encargada de Marketing que llevara en sus venas a dos atletas escogidas por ella misma de forma tan entrañable.

Todo esto es digno de una historia motivacional. Así fue como la vi. Me pregunto si las protagonistas entienden lo grandioso de esas 11 horas, me pregunto si nuestra cultura local nos hace “bajarle el perfil” a algo que yo creo, por el contrario, necesita ser contado a los 4 vientos. Espero que esto que vi, que escribo para compartir te toque el corazón y que cuando la cuesta esté arriba, imposible, improbable, recuerdes a Loreto y escales esa maldita cuesta y cuando llegues arriba, agradezcas humildemente estar vivo de tener la gloria del esfuerzo como la tuvo la Nicole.

Las emociones silenciosas-sanas y auténticas son más fuertes que cualquier estruendo mediocre o negativo del universo.