En las carreras de trail no hay caminos lógicos, por lo general a los organizadores les parece más atractivo poner dificultades en el camino, lo que para nosotros los corredores es magníficamente encantador, de manera que en mi caso, siempre estoy atenta a las marcas y no a un sendero o camino.

Pucón tiene algo, no sabría como definirlo. No me agrada la temporada alta cuando está lleno de veraneantes y turistas desbordando las calles, pero de igual forma es una ciudad que me atrae enormemente, la manera de vivir en armonía quizá…El Volcán Villarrica siempre me asombra con su belleza, es tan imponente, pero a la vez parte de todo, está  cerca de la civilización, como un padre que acoge a quienes le rodean.Me invitaron a la carrera así que doblemente feliz, y para completar mi felicidad fui con personas muy especiales, que me llenan de vitalidad, buena onda y enseñanzas con cada gesto. Creo que tiene que ver con las vibraciones que nos unen.

Con el tiempo, la ansiedad y esa pequeña molestia estomacal que sentía antes de una largada ha disminuido. De igual forma siempre estoy alerta, no vaya a pasar un mal rato por algún detalle que olvidé llevar. Esta vez no fue la excepción, llegamos temprano a la largada, saludo a los conocidos, pero de cierta forma está el nerviosismo presente,  comienzo a  sacarme la ropa de a poco para acostumbrarme a la temperatura que esta vez es baja.

 

Ya en el punto de partida, veo caras ansiosas, otras temerosas, y un sinfín de emociones que sólo se generan con  esas vibraciones al unísono antes de la cuenta regresiva. Comenzamos por un vertical ascenso directo a la telesilla más alta, el terreno bastante cómodo, un poco de acarreo, pero las huellas de los antecesores ayudaba bastante, la subida es mi fuerte así que aprovecho de tomar ventaja. Una vez en la zona más alta vendría el paso por nieve, fueron sólo unos metros de un pequeño sendero bien compactado pero que no dejaba de ponerme alerta ante un eventual resbalón. Comienza el descenso por el acarreo, acá bajo un poco las revoluciones ya que no es  de mi absoluta confianza bajar a tope. En esta zona era muy relevante estar atento a las marcas,ya que a ratos se perdían, pero era fácil de visualizar a larga distancia. Sube y baja hasta llegar a un camino ancho. Acá me detendré un poco, ya que considero relevante mencionar, en las carreras de trail no hay rutas lógicas, por lo general a los organizadores les parece mas atractivo poner dificultades en el camino, lo que para nosotros los corredores es magníficamente encantador, por ello personalmente, siempre estoy atenta a las marcas y no a un sendero o camino.

Últimos kilómetros de la ruta

Continuando en carrera, ante mis ojos se presenta una marca a un costado derecho, aunque el camino ancho continuaba hacia la izquierda y llamo mi atención, sin ver a otro corredor por delante , continúo por la señal,  unos metro más estaba la segunda marca y así sucesivamente mientras avanzaba. Lo que me extrañó fue que el abastecimiento se encontraba hacia la dirección contraria y nos separaba una quebrada, supuse que más adelante cruzaríamos para volver. Las marcas seguían en el sendero, pero no veía ni un corredor delante y el abastecimiento cada vez se alejaba tras de mi. Me detuve, recordé la charla técnica y las indicaciones, no podía ir por el camino correcto. Este es un momento crucial, me sentía con todas las energías, pero a la vez me vino el demonio de abandonar, comencé el retorno en un pequeña subida, luego opté por cruzar la quebrada para llegar más rápido al abastecimiento e incorporarme a la ruta y carrera.

En este proceso me enfrié un poco y los ánimos no eran de lo mejor. Estaba enojada por haber errado en el camino, pero en el fondo no era toda mi culpa. Pensé, que viajé más de 9 horas, para correr por estos parajes, que no voy a abandonar, me siento fuerte, aún quedan piernas y debo enfrentar mis demonios. Acomodé mis zapatillas llenas de piedras, bebí isotónico y me metalicé en terminar la carrera. Sólo bajada, fue la calma luego de la tormenta mental.

Disfrute cada pisada entre sendero, la vegetación, el olor a pino y lo mejor de todo era que mi cuerpo respondía a cada estímulo. Me dispuse a disfrutar y dar toda la energía que tenía en llegar a la meta, y aunque los últimos kilómetros fueron intensos, y doblemente recorridos, porque cuando me desvié de la ruta pasé por este sendero, se alinearon mi mente y corazón el último esfuerzo para terminar. Porque la satisfacción tras cruzar la meta es inexplicable. Sé que para cada individuo es distinto y cada uno le da sentido. Para mi lo más importante fue no sucumbir ante el ego, una posición, un reconocimiento, simplemente no rendirme.

Sin duda, a pesar de enfrentar dificultades, una carrera para recordar.