Fotografía – Tita Martinez –

Hay momentos en la vida que no se olvidan jamás y Futangue pasó a ser uno de esos.

Por Emmanuel Acuña

Desde que empecé a correr me gustaban las ultras, tanto así que a mis 15 años ya quería correr una. En esos años mi entrenador y mi padre no me autorizaron ya que debía quemar etapas. Nunca les llevé la contra, más bien seguí esforzándome y ligado al atletismo hasta que llegué al trailrunning a fines del 2013, en mi primera carrera (Vulcano 33km) donde me llevé el primer lugar en la general.

Desde ese entonces estuve convencido que este deporte es lo que andaba buscando y me dió la linda opción de iniciarme en distancias ultras, que al cabo de 4 meses ya estaba corriendo Patagonia Run 100 K, logrando un 3 lugar general con 24 Años. El primer año corría trail que había y fue mucho, creo que a todos nos ha pasado. Por ellos había que empezar a planificar las carreras y ordenarse para competir bien, ya que el correr por montañas me estaba dando la oportunidad de competir con extranjeros y sobre todo representar a mi país. Pero faltaba algo mayor, desde acá mirábamos como selecciones sudamericanas iban a los mundiales de trail y nosotros estábamos lejos de ello. Sólo quedaba apoyar a nuestros compañeros a distancia. Sabía que algún día tendríamos la oportunidad de estar allí y para eso había que seguir entrenando duro.

Luego de un segundo semestre irregular durante el 2017, debí abandonar en Endurance Challlenge 100 millas y luego Vulcano 100 K por malestares físicos que me dejaron con una profunda amargura. Ese mismo semestre surgieron algunos rumores de un posible Nacional de ultra trail en Chile, el lugar no se sabía, menos la distancia. A mí me daba lo mismo, ya sabía que ahí iba a estar peleando hasta el final. Tenía claro que no sería fácil, ya que con mi trabajo de profesor demanda mucho tiempo, y compatibilizar horarios sería doble esfuerzo. Así que, terminando las clases iba a tener la posibilidad de dedicarme más para satisfacer mis metas.

Fotografía – Tita Martinez –

Iniciando este 2018 y luego de conversaciones post Vulcano con mi actual Entrenador (Jaime Valenzuela), empezamos este gran desafío. Al principio me adapté bien, con el paso del tiempo y entrenando a doble jornada desde la segunda semana de Enero, empecé a sentir cambios notorios en mis ritmos, a punta de repeticiones y volumen semanal. sacándome “la mugre” por cumplir con las rutinas del coach. Habían días que no quería más, pero el tiempo que teníamos era poco y no podía fallar. En este proceso mi pilar fundamental fue Paulina (mi señora). Ella me llevaba a la pista, me acompañaba, marcaba las pasadas, alimentaba, y hasta me preparaba el equipo. Hay días que tenía entrenamientos largos y me iba a dejar al centro Ski (vivo camino al volcán), otros días al Huerquehue o santuario El Cañí: En lugares asi puedes correr todo el día y no te aburres. Pero ahí estaba ella esperándome para hidratarme y saber cómo me había ido.

A mediados de Enero se informó lo que hasta ese entonces eran rumores, ya era oficial la realización del selectivo para el mundial de ultra trail en España y de paso sería el primer nacional de ultra en Chile. Además, seria en un lugar maravilloso, Parque Futangue. Sólo quedaban 3 semanas, así que una vez publicado se contacta conmigo mi “profe” y modifica el plan para esa semana con un volumen de 150K a 200K. No podía fallar. No existía margen para el descanso, así que empecé a entrenar firme, incluyendo esa misma semana correr 15K en Cañi. Sabía que iba a ser agotador, pero tenía mucha confianza en el trabajo que estábamos realizando. No dudé ni un segundo, así que entrenando doble jornada íbamos acercándonos al gran día (como me decía el profe).

Luego de esa semana seguimos a paso firme para el nacional, ya quedaban 10 días y las ganas de correr iban en aumento, pero había que cuidarse y llegar (pese al entrenamiento) lo más fresco posible de piernas.  En un abrir y cerrar de ojos comenzamos el viaje con Paulina a lago Ranco, yo sólo quería dormir bien y no cometer errores. Retiramos el kit y tenía designado el número 1 por mi apellido (Acuña).

Siempre odié ser el primero de la lista, pero esta vez fue una motivación extra, no sentí presión alguna pues para mi es sólo un número.

Había que descansar. Mi señora preparó el equipo, dejamos todo listo y “al sobre”(a dormir).

Siendo las 02:30 AM del día sábado 10 de febrero, había que levantarse, activarse y partir a laguna Pichi, lugar de partida a las 5:00 AM. Cuando llego al lugar mi coach pregunta como estoy, “Llegó el día” me dice, y me da sus últimos consejos. Ahora el resto era tarea mía. Con mi señora nos fuimos a la laguna, rezamos juntos, dejando todo en manos del más grande.

Se da inicio a la carrera, y como siempre acostumbro a salir rápido. Sin embargo, esta vez fui más cauteloso. Sabía que el ritmo era rápido para estos 70K, pero iba cómodo probando sensaciones. Recuerdo que los primeros 8K transcurrieron muy rápido con un grupo compacto de por lo menos  10 atletas, así que decidí hacer mi carrera y apuré el ritmo. Sólo me siguió Luis Valle, sabía que no sería fácil pues el ritmo que impusimos nos permitió sacar varios minutos de ventaja al grupo. Desde allí fueron puros cambios de ritmo por asfalto hasta el km 20, punto dónde iniciaba realmente para mi la carrera. Hasta aquí debía llegar fresco, pero sentí los primeros 20K así, que decidí bajar el ritmo dejando ir adelante a Luis… aún quedaba mucha carrera. No me desesperé. De pronto estábamos en el dropbag y me mantenía a 150m atrás de Valle, quien hizo una transición rápida, en cambio yo me cambié zapatillas y descansé unos minutos. Sabía que venían 5K de subida hasta el PAS “El Cruce”. Mis sensaciones eran buenas y opté por mantener el ritmo. Rápidamente llegué al PAS; cargué agua… Luis ya había pasado hace  3 minutos según el staff.

Comencé a apurar el ritmo llegando al PAS Altas Cumbres, pues había una bajada bastante corrible, dónde podía tomar ventaja, ya que no quería dar mucho margen para atacar el Cerro Mayo. Luego de haber llegado a Laguna Pitreño, la ruta ascendía 3K de regreso al PAS Altas Cumbres. Al llegar pregunté por Luis y me dicen que lleva una ventaja de 10 min, dije “¡pero cómo se me arrancó tanto!… no debe estar tan lejos”, avancé hasta que lo vi entre los árboles bajando por el sendero de regreso al PAS “El Cruce, pensé; “por fin lo pillé, estoy de vuelta en carrera”. Logré pasarlo justo antes de la bajada, pero bajamos juntos muy rápido en dirección al Co Mayo. Tenía claro que ya no era cosa de clasificación, estábamos peleando el primer título nacional de ultra trail.

Ascensión Co Mayo

Comenzamos la ascensión del co Mayo a buen ritmo, traté de adelantarme, pero Luis no aflojó y así llegamos a la cumbre pasandonos mutuamente. ¡Esto estaba muy emocionante!, me gusta ir al límite forzando hasta el final (incluso pensaba que esto se definiría con un remate). Marcamos en la cumbre con una vista espectacular. No obstante, había que bajar y el retorno fue igual de rápido. Luis aumentó el ritmo en la bajada, logré mantenerme cerca hasta llegar al kilómetro 58 aprox., zona en la cual me preparé mentalmente para subir a Laguna Pitreño, sabía que llegaría el momento decisivo: Comencé a subir rápido intentando arrancarme, Luis siempre firme logró pasarme, y recuerdo que mi mente dudo por 10 segundos, pero pensé; “estoy aquí porque me saqué la mierda entrenando, no puedo fallar ahora”. Entonces me dispuse a correr aventajando a Valle por 100 mts cuando bordeamos Pitreño. Era ahora o nunca; apreté los dientes y corrí muy fuerte, marqué el número y sólo quedaban 700 mts de subida que hice con el alma a fondo y sin pausa, ya no veía a Luis, sabía que él lucharía hasta la meta, por eso los últimos 5K directos a la meta corrí muy fuerte y recibiendo el apoyo de muchos corredores de otras distancias. Cada vez más cerca, el corazón palpitaba fuerte, la emoción se apoderaba de mí, pero aún quedaban 2K finales. Recuerdo que Cesar Montoya con sus palabras de aliento y gritos me hizo correr aún más rápido ese tramo. Aún no lo podía creer que venía muy bien de piernas y ya estaba llegando al final.  

Fotografía – Tita Martinez –

Sólo quedaba cruzar el arco de meta, pasé muy rápido, feliz por todo el esfuerzo y sacrifico que hubo detrás. Ahí estaba mi señora, también mi “profe”, emocionados y felices. Juntos los tres nos dimos un abrazo bien apretado.

El tiempo fue 6:24:00hrs. para realizar hasta ahora el trail más rápido de mi vida. Sin duda esto no hubiese sido posible sin la confianza de mi profe, que estuvo desde el primer momento, sumado al tremendo apoyo de mi señora en toda la parte de logística, alimentación y contención durante todo este tiempo.

 

Por lo pronto sólo queda prepararse y doblar esfuerzo para llegar lo mejor posible al mundial, que sin duda alguna me llena de orgullo representar a mi país.