Muchas veces escucho decir  “Mi sueño es” o “ Me gustaría”, en vez de decir “haré ésto o lo otro”.  Nos falta convicción, o más bien, el verdadero deseo de hacerlo realidad. Los sueños como tal no son más que la proyección de nuestro subconsciente a un deseo oculto. Desde mi perspectiva, no tengo sueños, más bien anhelo hacer cosas, darle forma mediante hechos que lo posibiliten.

Nace la idea en mi cabeza de buscar más que una carrera, desafíos que pongan a mi cuerpo y mente al límite. No porque me crea super mujer, todo lo contrario. Después de participar en una carrera internacional como Transvulcania, me di cuenta del nivel que enfrentaba. Me hizo reflexionar acerca de la competencia.

Cuando comencé con el trail running, como muchos, me ilusionaba la idea de alcanzar  paulatinamente mejoras en el rendimiento deportivo. Vislumbraba que a ese ritmo, en unos años podría mantener un estatus de nivel internacional. El panorama se veía alentador, había carreras para regodearse y distancias por doquier. Pero nadie te dice la cruda realidad, nadie te advierte que sólo es un pasatiempo o una pasión y que a menos que tengas los medios económicos para dedicarte a entrenar, tener una excelente nutrición, y ayuda profesional, estás destinado a ser un aficionado, y no hay discusión, los resultados reflejan la absoluta realidad. Hay excepciones claro, la genética por ejemplo, lo cual no es mi caso, por cierto.

Me enfocaré en lo principal. ¿Por qué elegir una carrera tan dura? 11.000 metros de desnivel acumulado, 65 kilómetros. Ésto en “bruto”, luego vienen los pormenores sabrosos de la realidad de una carrera en Cataluña, donde nacen los mejores exponentes de trail running mundial, donde el desnivel es bestial, y donde el clima presenta variaciones drásticas en un solo día.

Tras recorrer 200 kilómetros de los Pirineos en modo trekking (GR-11, ruta que recorre los pirineos españoles desde el mar Cantábrico al mar Mediterráneo), sólo cabía una idea en mi cabeza: Correr por esos parajes increíblemente majestuosos. Una vez que descubres la cantidad de kilómetros que puedes recorrer ligero, no quieres volver a ponerte una mochila pesada. Fue así como nació la idea, de participar en esta tremenda carrera, que no sólo es parte del Skyrunner Series 2018, sino, es un festival de montaña, donde participa toda la familia, hay disciplinas variadas recreativas y competitivas. Una vez en mente, sin pensarlo más, les propuse a mis auspiciadores que me brindaran su apoyo para ser parte de esta increíble fiesta en la montaña.

Llegó la fecha, y sí, estoy emocionada de vivir tremendo desafío que me impuse. El tema de competir a nivel mundial para mí no es lo esencial, por una razón muy simple, no estoy al nivel, y no negaré que cada vez que estoy en la línea de partida, con el frenesí colectivo, el instinto de supervivencia me insta a querer ir derribando a mis adversarios, pero también sé cuales son mis capacidades y mis límites.

Mi objetivo es claro, lograr pasar los tiempos de cortes holgadamente, sentirme bien en carrera. Esto no significa dejar de sentir cansancio, o que duela el proceso, pero no tiene sentido para mí hoy, ir a una carrera solo a sufrir.

Siendo objetiva, la Buff Epic Trail, sin duda ha sido una de las carreras más duras en la que he participado. La distancia era muy atractiva ya que si bien es ultra, bordeaba el límite de mis capacidades, poniendo a prueba más que mi cuerpo, mi mente. Durante los primeros kilómetros el optimismo fue mi fiel compañero, sabía que mantener un ritmo constante me ayudaría a sobrellevar el desnivel acumulado de la carrera, y no dejaría que la presión de otros corredores me impulsara a exigirme más de la cuenta.

A mitad de la carrera dejé atrás el optimismo e hice un pacto con la convicción, quien me ayudaría a sopesar todas las dificultades que comenzaban a ser parte de mi camino. Sigilosa la fatiga, silencioso el calor, y quien más difícil es de llevar aún, la soledad. En mi mente sólo había una cosa, cruzar la meta.

 

 

Finalmente, tras un largo peregrinar por los escarpados y técnicos filos, el desnivel devastador, y la frondosa hierba de los Pirineos Catalanes, cruzo la meta, con el cuerpo al límite, la mente desbordada de emociones, y el corazón hinchado de orgullo.

La verdad, no sé si vuelva a repetir esta carrera, pero lo que definitivamente sé, es que vendrán más desafíos que me pondrán al límite.

Es parte de sentirme viva. Sé que mientras vivo el proceso pasan mil y un cosas por mi cabeza, desde arrepentirme de estar ahí, hasta pensar en evaluar bien todo, con más calma la próxima vez. Pero una vez pasada esa fina línea, no hay mayor gratificación y alimento al ego, que haber logrado lo deseado en este proceso de mi vida.

Agradezco a Buff Chile por el apoyo incondicional, es un lindo grupo humano que hay detrás. Y quienes a la distancia procuraron tener noticias.